Iniciamos con esperanza en un nuevo año, con la esperanza de que todo nos funcione muy bien y de que nuestros proyectos se realicen. La esperanza es un sentimiento imprescindible para la vida, incluso se podría decir el más importante. Cuando perdemos la esperanza, nos abandonamos y nos dejamos sepultar en la profundidad.

Entre la hemeroteca de http://www.red-psi.org/psicologos/madrid.php encontramos una historia muy curiosa que nos hizo pensar, se trataba de Viktor Frankl, médico psiquiatra y neurólogo austríaco creador de la Logoterapia, hizo estudios en profundidad del sentimiento de esperanza, aprovechando su internamiento como prisionero, en un campo de concentración alemán. Relata en sus escritos que, de vez en cuando, percibían por los trabajos que realizaban en el campo unos cupones de premio, que podían ser canjeados por cigarrillos. Esos cigarrillos, a la vez, los podían canjear por raciones de sopa, lo que era un alivio para el estado de inanición que soportaban. Frankl comprobó que, cuando sus compañeros en el campo de concentración, ya no cambiaban aquellos cigarrillos por la alimentación, tenían una señal inequívoca de que habían abandonado la esperanza y voluntad por la vida y sólo deseaban disfrutar de sus últimos días. Una vez se entrava en este estado, difícilmente se recuperaban psicológicamente, aunque no se muriesen.

En los tiempos actuales, según los psicologos madrid, en una etapa de recortes, recesión económica, muchas personas entran en estados de desesperación. Se quedan sin sus trabajos, no alcanzan a pagar la hipoteca y se quedan sin la vivienda y no pueden dar de comer a sus hijos; este paisaje de cruda realidad está pasando, más allá de los fríos números macroeconómicos de economistas y mandatarios.

La palabra esperanza nos llega del latín “sperare”, que quiere decir esperar. Cuando nos queda esperanza, esperamos a que algo ocurra, porque tenemos la convicción de que va eso a ocurrir. Así sabremos que si estamos esperando a un autobús en la parada, este llegará más tarde o más temprano y, por eso, esperamos.