¡Por fin he empezado a trabajar en una boutique de novias! Siempre ha sido mi sueño y el motivo por el que empecé a estudiar corte y confección. Luego, me especialicé en trajes para novios en general, es decir, tanto para ella como para él. Cuando obtuve el título de ambas cosas, formación básica y especialización, estuve como tres meses echando currículums en distintas tiendas de ese estilo. Estaba empezando a perder la esperanza de pescar trabajo a corto plazo cuando, de repente, me llamaron, y me dieron el trabajo nada más salir de la entrevista. Estoy tan contenta que hasta me cuesta escribir esto, tengo que parar varias veces para dedicarme solo a sonreír.

Es que siempre he sido una persona creativa. Lo que pasa es que me costó encontrar mi vía ideal, la adecuada para expresar esa creatividad. Lo intenté con la escritura, pero era impaciente; también con el dibujo, pero era bastante mala; luego con la fotografía, y siempre me salían torcidas. Finalmente, me di cuenta de que el diseño era lo mío, y en particular el de vestidos para boda. Es obvio que en este tipo de arte también se necesita tener nociones básicas de dibujo, pero solo en lo que respecta a la ropa y a las muñecas que dibujes para vestirlas con los trajes de tu imaginación. Me esforcé al máximo para aprender todo eso y creo que he adquirido un buen nivel.

Porque yo, más que en el talento, creo en el esfuerzo. No es que crea que el talento es innecesario, hasta cierto punto lo es, pero solo sirve si se desarrolla; y una persona con menos talento puede conseguir lo mismo si trabaja el doble. Por eso, cuando me dijeron que, de vez en cuándo, tendría que diseñar trajes a medida, no me amedrenté; es el trabajo de mis sueños y pienso tomármelo en serio.