Las organizaciones que roban coches, también acuden a los catálogos de subastas en Estados Unidos para aprovisionarse de identificaciones. Un experto en verificar y localizar vehículos que pidió no ser identificado, cuenta como es el funcionamiento.
Les copian el número de VIN (Vehicule Identification Number) Este código alfanumérico, que es el equivalente en Norteamérica al número de chasis, les suministra toda la información del vehículo: lugar de fabricación, marca, modelo, tipo y número de motor, entre otros datos con los que fabrican, un título de propiedad y una factura falsos, presumiblemente emitidos en Estados Unidos. Con esta documentación, tramitan en una aduana los papeles de importación, para un vehículo que nunca llegó al país. El agente de la aduana, tramita la póliza falsificada, bien porque lo sobornaron o porque no distingue que no es buena.
En el momento se tiene la póliza, un tramitador o el propietario del coche gestiona en una ventanilla del Registro de Vehículos la tarjeta de circulación, las placas y el título de propiedad. Según nuestro consultante, lo normal es que se utilicen cédula o DNI falsos.
El Registro de la SAT tarda una semana en dar la tarjeta y el título. Verifica que el coche no sea robado en Estados Unidos, pero no llega a detectar que el vehículo no llegó al país.
Con la tarjeta de circulación y el título, el tramitador o falso dueño suelen solicitar las “rectificaciones” sin pasar por el peritaje de la DEIC. Al vehículo robado le graban el VIN del que supuestamente se importó de Estados Unidos.
Los robados legalizados se venden en fincas rusticas y se promocionan por medio de los diarios. En la investigación de estructuras que realiza el MP, los vendedores y compradores de los coches retocados son los últimos engranajes y en algunos casos no se puede demostrar que estaban sabedores del fraude.
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