No hay cosa con la que uno más aprenda que enseñando. Los años de experiencia me han servido para darme cuenta de esto y eso que sigo siendo una chica joven. Apenas rozo la veintena de años, pero llevo desde los diecisiete dando clases particulares para hacerme con un dinerillo y no pedirle a mis padres. Prácticamente, con todos mis alumnos he aprendido muchas cosas, pero si hay algo que me dejó fascinada de uno el otro día fue el saber cómo descargar música sin que me entraran virus en el ordenador. Soy un desastre con las nuevas tecnologías y créanme, me sirvió de mucho eso que mi pequeño monstruillo me mostró.
Me dijo el nombre de un programa que él utilizaba para descargar toda la música y los vídeos que quisiera. Si no mal recuerdo, se llama Onedrive y es una alternativa súper buena para este tipo de cosas. Me explicó cómo podía descargarmelo e incluso me dio una clase magistral para descargarme lo que quisiera.
Como con explicaciones solo no iba la cosa, me cogió y me dijo: «¿tú ves, seño, como a veces es necesario practicar las cosas antes de dar explicaciones teóricas que con la misma que te entran te salen de la cabeza?» Y no me quedó más remedio que echarme a reir. Realmente, tenía razón. Por eso fue que enseguida me puse las pilas y le dije que la clase de hoy la dedicaríamos a que me hiciese una explicación teórico-práctica, con palabras «finas» (como le digo siempre) y en las que me demostrase todo lo que hemos aprendido acerca de la expresión.
Desde luego, con Onedrive también se puede aprender a expresarse. Mi alumno me lo explicó con lujo de detalles y ahora soy una auténtica experta en descargar música con esta aplicación. ¿Qué más se puede pedir?