Nos encontramos frente a una de esas palabras distintas, que ayudan a definir el espíritu de una lengua y por tanto de la cultura a la que pertenece. En su origen, es un adjetivo de donum, que se puede entender. Regale donum es un presente regio, un presente propio de un rey, un auténtico regalo. El adjetivo entonces es regalis, regale, que se forma de rex, regis = rey. Significa entonces real (de realeza), majestuoso, muy digno, regio. A cuerpo de rey, que decimos los españoles. Eso concuerda con la teoría y la expresión de que «todos tenemos un rey en el cuerpo». Para lo que vale el regalar, el regalarse y toda clase de regalos, es para complacer a ese rey que llevamos dentro.
Pero hemos de continuar con el espíritu del regalo, que con tanto brillo resplandece en la Navidad. Por poco que se analicen, los mitos y ritos creados en torno al Niño Dios cuyo nacimiento anualmente recordamos, vemos que hemos ido de cara a ampliar tanto el aspecto regalo de la historia, que hemos puesto a los pastores en el pesebre haciendo cola para ofrecer sus regalos (éstos, alimentarios), en gran competencia con los magos (magoi /mágoi dice el texto griego). Ahí estarán, los Magos hechos unos Reyes, y los pastores que de hecho se olvidan del grandioso mensaje que les ha anunciado el ángel, preocupados como están de llevarle al recién nacido sus regalos. Natum videte regem angelorum, dice el Adeste fideles: ved al nacido rey de los ángeles. Es que ese pobrecito que ha nacido en el pesebre es nada menos que el Rey, el Señor, y en su condición de tal todas las personas se acercan a rendirle pleitesía con sus regalos, es decir con los presentes dignos de un rey.
Fuente: http://regalosaunclic.com