Gracias al avance de las nuevas tecnologías, las personas que padecen pérdidas auditivas tienen un gran abanico de posibilidades de recuperar la audición, en medida de lo posible, mediante la utilización de aparatos específicos, es decir, de audífonos.
Antes de adquirir un audífono es necesario tomar ciertas decisiones para que dicho dispositivo se adapte perfectamente a las necesidades y características de cada individuo con este tipo de problemas.
En primer lugar cabe destacar la distinción entre los audífonos analógicos y los digitales, aunque ambos desempeñan la misma función básica, amplificar los sonidos para mejorar la carencia auditiva de la persona afectada.
Los aparados para sordos analógicos se encargan de amplificar el sonido, que recoge el micrófono, convirtiendo ese sonido en señales eléctricas que llegan hasta el oído. Dependiendo de las características y las posibilidades de cada audífono se alterará dicho sonido.
Por otro lado, los audífonos digitales están compuestos de la más avanzada tecnología, funcionando a través de un pequeño ordenador, el cual permite que estos aparatos se puedan programar con la finalidad de ajustarse aún más a las necesidades específicas de cada usuario.
Otra diferencia notable entre esta clase de aparatos, tanto analógicos como digitales, es su precio, pues su valor está relacionado con las características y con las funciones que lleva a cabo cada uno de ellos, así que entre más avances tengan incorporados en sus sistemas más caros serán. Esto no quiere decir que los dispositivos más caros sean los mejores ni que los más económicos no sean capaces de mejorar la situación auditiva de estas personas.
También hay que tener en cuenta los diferentes tipos de audífonos (digitales y analógicos) que existen hoy en día en el mercado, clasificados, por ejemplo, según su lugar de ubicación en el oído para cubrir todas las necesidades del usuario.