En la Edad Media, los gremios de artesanos y comerciantes tenían la costumbre de establecerse por zonas o barrios. Para poder señalizar sus negocios, en una sociedad de mayoría analfabeta, estos artesanos o pequeños comerciantes acostumbraron a usar una muestra del producto que vendían o confeccionaban como emblema de su negocio. En ocasiones, una reproducción del objeto a gran escala, valía para señalizar el establecimiento de forma que podía ser localizado en la lejanía. Esta sería la forma más antigua de rotular y señalizar un determinado negocio, usando una muestra del producto (o una herramienta típica de trabajo) como señal y símbolo de la actividad. Son representaciones de iconos, que más tarde adquirieron el valor de marca, serían talladas en madera o forjadas en metal, para poder ser más duradero.caseta

Con la Revolución Industrial, el comercio de productos manufacturados, alcanzó un gran empuje y los rotulos comerciales se consideraron como verdaderos ornamentos distintivos de los locales de negocio. Este fenómeno ocurrió en toda Europa occidental, aunque no se generalizó hasta final del siglo XIX, época de grandes cambios y modificaciones en la mayor parte de las ciudades.

En la época Modernista, coincidiendo con el cambio de siglo, los artesanos y artistas ayudaron a subir el nivel de calidad de estos distintivos urbanitas. Se utilizaron técnicas tan diversas como el cristal pintado, el vidrio emplomado, la madera, el mosaico y la cerámica.

Años más tarde, las formas geométricas y modulares reemplazaron las curvas modernistas y los rótulos tenían un aspecto más sobrio y minimalista. Los tipos de palo seco comenzaron a generalizarse, siguiendo las tendencias de la época.

A finales del siglo XIX, la tipografía tomó la ciudad como espacio de comunicación. No simplemente señalizando sus negocios y tiendas, sino apareciendo en la vía pública como medio de información y persuasión. Los pocos rótulos que nos han llegado de esa época y que han sido restaurados o que se han conservado hasta hoy, nos enseñan una calidad y maestría en ese periodo de apogeo y excelencia, de la artesanía aplicada a la gráfica comercial.

Existen ciudades, que han tenido más cuidados que otras, a la hora de mantener este patrimonio artístico. El valor de las cosas viejas, a menudo pasa desapercibido ante la tentación de lo novedoso.

Actualmente, a pesar de la invasión del vinilo y los prefabricados, aún se diseñan rótulos usando las técnicas de rotulación tradicionales y seleccionando las tipografías con mucho esmero, intentando así, darle al local un aire más vernáculo y añejo. Encontramos casos, en los que un nuevo negocio ha querido mantener la vieja rotulación, restaurándola, aunque el negocio no tenga nada que ver con aquel que se expresa en el viejo rótulo. Este fenómeno, nos deja ver un creciente interés por lo artesanal y, a la vez, una mirada de nostalgia hacia el pasado.

Fuente: rotulos madrid