El mejor sistema, que el médico tiene para evitar el interferir las reacciones psicológicas inconvenientes, de las personas a la vivencia de la enfermedad, es la actitud de comprensión y dialogante. El deseo de comprensión y comunicarse con el medico tiene un papel importante en el trance del enfermo. La recuperación de episodio morboso de bastante gravedad, la necesidad de someterse a un episodio quirúrgico más o menos de mutilación, son buenos ejemplos de ello.
A la vez que su estado se va declinando hacia la sobrevivencia, el enfermo se encuentra de pronto en un ambiente extraño, lleno de artefactos, sin comunicación humana y se encierra en un mundo de oscuras fantasías, cuyo elemento principal varía entre la experiencia de muerte y resurrección. http://www.red-psi.org/psicologos/barcelona.php
El paso espontáneo de algunos enfermos en estas circunstancias, se funda en organizar un cuadro de depresión o un desarrollo neurótico de la personalidad sobre aquel proceso. Un paciente, normal en el plano psíquico, abandona la unidad de intensivos como una persona neurótica o con sintomas depresivos.
La alta proporción, causada por estas complicaciones neuróticas y depresivas, pueden solucionarse con una intervención médica efectiva. En la unidad de intensivos, lo que traumatiza al paciente no es la recuperación de un estado de suma gravedad, sino la vivencia de estar aislado, la gran soledad al reincorporarse con lucidez de conciencia al mundo. El paciente precisa en esos momentos, una gran necesidad de comunicación.