La segunda parte de la terapia tiene como base el afrontamiento, ya del profesional como del paciente afectado de la realidad. Para ello en la primera parte, la evolución empática con su psicólogo ha debido concentrarse en encontrar un estado de sinceridad y confianza personal. Si este fenómeno no ocurre, la habilidad terapéutica también cuenta. En este tiempo sigue sin haber confianza con el psicólogo, viéndose como un verdadero contrincante. Se sigue produciendo una lucha importante con la psicología, que alarga en el tiempo la recuperación de la persona tratada. La desconfianza además crea una gran inseguridad, convirtiéndose todo en un juego y una manipulación. Es totalmente normal, y los problemas al final se solucionan.

El psicólogo tendrá que ser lo suficiente habilidoso, para no dejarse llevar por la problemática que se plantea, es una manera de tomar lejanía del problema que le impide ser feliz en ese momento. http://www.dipepsa.com/

 Más tarde, la persona en una tercera visita se percata de lo que le está ocurriendo y se lo plantea con el asesoramiento del profesional y ayuda familiar. El problema psicológico se desvanece de manera casi involuntaria. Solamente, con la confianza depositada en la persona que ha tenido delante.

El esfuerzo realizado por el paciente, consiste por un lado en querer solucionar el estado anímico y su situación personal  y por otro el miedo que se tiene por afrontar lo venidero, refugiándose en el malestar que en un principio te produce sentimientos ambivalentes. Es el refugiarse en lo malo para conscientemente creer que esa es verdaderamente la solución de nuestro problema.